lunes, 1 de junio de 2009

Ser Madre

Con mucha alegría celebré ayer el privilegio que me ha dado Dios de ser madre. Este año me estreno por primera vez en tan ardua tarea que no termina aunque nuestros hijos sean mayores.
Siempre habia escuchado lo especial que era ser madre y las cosas por las cuales pasaban las mujeres para tener y cuidadar a sus hijos, pero por mas que nos cuenten, es una experiencia que como dice el titulo del libro de Gabriel García Marquez hay que "vivir para contarla".

Desde que me enteré que estaba embarazada, cada movimiento de mi pequeña Camila en mi vientre significaba una celebración para mí. De hecho, lo que mas disfrutaba era sentir su cuerpecito moviendose dentro de mi. En esos momentos sabía que tendria una gran responsabilidad en mi vida, y estaba orgullosa de esa bendicion que me estaba dando Dios.

Cuando llegó el momento de su nacimiento estaba muy nerviosa, pero al mismo tiempo segura de que Dios me la iba a traer con mucha salud, pues se lo habia pedido con mucha fe, en repetidas ocasiones y varias veces al día.

La llegada de Camila fue por cesarea, y cuando sentí que mi médico halaba algo dentro de mí, mis lagrimas no se pudieron contener, fue la primera vez que sentí un sentimiento tan grande y tan profundo que seria imposible de describir. Aún recuerdo ese momento con mucha emoción. La imagen de su carita y cuerpecito permanecen en mi mente como un dulce recuerdo. En ese momento se borraron todas las dificultades que pase durante el embarazo y el mismo día de la cirugía.

Es indescriptible la fiesta de emociones que se hace dentro de nuestro corazón al darnos cuenta de la gran responsabilidad que tenemos al ser madres. Se siente mucha emoción, felicidad, pero al mismo tiempo impera el miedo, la inseguridad, el deseo de proteger.

Nuestras prioridades cambian desde que tenemos a nuestos hijos, ya pensamos en ellos primero antes que en nosotros mismos, ya nuestra razón de ser, de vivir tiene un nuevo y maravilloso sentido. Nuestras lagrimas tienen un nuevo significado y una nueva razón.

Recuerdo la primera vez que tuve que dejar a mi pequeña, fue a los 15 días de nacida, para ir al médico a retirarme los puntos de la cirugía. Para mí esas dos horas que no estuve con ella, fueron eternas, queria tener alas y caer en mi casa. Venia preocupada todo el camino, pensando si estara llorando, si tiene hambre, si le hago falta...en fin. Cuando por fín la ví, me puse a llorar como una niña a la que le han quitado su juguete preferido. La abraze, la bese y le dije lo mucho que la extrañé.

Definitivamente ser madre es una experiencia que cada quien vive de forma diferente, y aunque hay muchos libros, revistas, articulos y paginas web, que nos dan orientaciones para los cuidados que debemos dar a nuestros hijos, no hay ninguna que te enseñe lo que sentiras y como manejar esos sentimientos.

A mi particularmente la experiencia me tiene fascinada. Le pido a mi Dios que me de mucha salud y tiempo para cuidar a mi hija, que me revose de inteligencia y sabiduria para guiarla, protegerla y educarla con principios, valores y sobre todo que nos de la oportunidad de enseñarle lo maravilloso que es su amor.